El proyecto, que afecta a la capital vizcaína, Güeñes, Alonsotegi, Arrigorriaga, Arrankudiaga y Okondo, causaría a juicio del grupo «un impacto visual brutal». Según el presidente de Asuntze, Carlos Molinuevo, «el mayor problema de las energías renovables proviene de su ubicación inadecuada, que debe planificarse de modo respetuoso hacia la naturaleza». En este caso, los 12 aerogeneradores de 55 metros de altura podrían lesionar el último reducto que mantiene «unos valores naturales sobresalientes en el entorno del Gran Bilbao», explica.
A juicio de este grupo, «no puede olvidarse» que la comarca «ha sido y está siendo asaltada desde infinitos frentes». En ese sentido, el colectivo recuerda Zabalgabri, la Supersur, el TAV, la nueva línea de alta tensión Güeñes-Itaso «y un sinfín de ejemplos más. Ya hemos pagado un alto peaje medioambiental en Arrigorriaga y alrededores», sentencian.
La asociación ecologista no está dispuesta a perder «buenas poblaciones» de especies de montaña como el escribano montesino, el bisbita alpino o el verderón serrano. Además, añaden que es «punto de observación obligada para todos aquellos que habitan la comarca, cuya cima en invierno, por ejemplo, nos informa en función de que esté nevada o no de la dureza de la estación».
Monte bocinero
Estas tradiciones también han impulsado al Ayuntamiento de Arrankudiaga a aprobar una moción para solicitar una prórroga de un mes a Eólicas de Euskadi -empresa encargada del proyecto- y al Gobierno vasco antes de mostrar su oposición o conformidad a la central. Según valora la Corporación, con los aerogeneradores «se ocupa la zona más alta del macizo» de una zona con gran simbología «por ser un monte bocinero desde donde nuestros antepasados llamaban a reunirse a Juntas de Gernika». Asimismo, pretenden encargar a una empresa la realización de un análisis del Estudio de Impacto Ambiental remitido por el Ejecutivo autonómico para «en su caso, preparar las alegaciones pertinentes».
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