japonia / japon

aqui va un mapa informativo en tiempo real para reflexionar:
http://www.targetma p.com/viewer. aspx?reportId= 4870

la zona violeta corresponde a «under survey» es decir «se esta investigando» y resulta que es donde mas alto es el nivel de radiacion segun medios alemanes… que  han sacado a todos sus equipos de rescate de Japon. Todas las empresas alemanas han evacuado a empleados de Tokio, Austria traslada embajada a Osaka. Lufthansa ya no vuela a Tokio.
Se han agotado los contadores geiger en Japon (y en Alemania! segun emisora n-tv) porque nadie cree a los gobiernos.
En Canada se han agotado las tabletas de yodo. Meteorologos alemanes esperan que la radiacion aumente en Europa dentro de 14 dias pero al parecer sin riesgo por ahora si las cosas no empeoran (los reactores 1,2 y 3 ya estallaron y el reactor numero 4 es el almacen de uranio, no tiene blindaje y esta ardiendo en estos momentos segun tv japonesa NHK)
http://www3. nhk.or.jp/ nhkworld/

japon_alerta_plutonio_fukushima_3_mox_e_intoxicacion_16_03_2011

La hipocresía de la ONU

Los rebeldes libios en las proximas horas serán borrados del mapa como si nunca hubiesen existido. El regimen dictatorial de Gadafi lo tiene muy fácil, las potencias con derecho a veto estan compradas con el petroleo y todo ese sueño de derrocar a un dictador y de consolidar otro estado democrático en el norte de Africa se viene abajo. La ONU ha demostrado una vez más que no vale para nada. Ya se vio cuando el genocidio causado por los serbios contra el resto de la extinta Yugoslavia. Para cuando tomó cartas en el asunto habían eliminado sistemáticamente a pueblos enteros. Hoy dia ni siquiera estan en el banquillo la mayoria de aquellos genocidas serbios. Entonces no tuvieron reparos para saltarse los vetos y atacar a unos genocidas. Lo mismo va a suceder con Gadafi y sus secuaces. Dice este lo que las grandes potencias quieren oir, que si lucha contra Al Qaeda o todo el petroleo y gas que está dispuesto a vender a un módico precio o a comprar millones de euros y dolares en armas. Es un anciano que se resiste a desaparecer lo mismo que su régimen dictatorial en pleno siglo XXI. Pero en todo este asunto los mayores culpables son quienes han mantenido y protegido mientras les ha sido útil a Gadafi. España entre ellos. Recordad lo barato que le sale a Marruecos el comprar a España, a cambio de unas cotas de sardinas. Mientras alentados por la España de Zapatero y el Rey la democracia brilla por su ausencia en Marruecos y mantienen una ocupación ilegal en territorio soberano saharaui. Estaba acojonado el dictator marroqui visto lo visto en el resto de países del Magreb en su última aparición pública por eso se apresuró a anunciar cambios de gobierno. Jipolleces que se dicen cuando uno ve peligrar su chiringuito. Que lo tiene muy bien montado este también. Se sabía que todos los gobiernos corruptos no iban a responder de igual forma como así ha sido Libia, Argelia, Marruecos, Bahrein etc. Al fin y al cabo son gobiernos corruptos que deben caer pero solo lo harán por las armas y a traves de una revolución. Estas actitudes y actuaciones de los EE.UU. y Europa, de China que es otra dictadura igual que Rusia no digo nada, las del resto son las que te producen una verguenza y te llevan a renegar de estas instituciones que dicen representarnos. Yo cada vez estoy más convencido que la única posibilidad de conseguir unos objetivos políticos es la via armada y espero que en Libia vuelvan a levantarse en armas porque ahora llegará la represión y la desaparición de miles de ciudadanos sospechosos de apoyar a los insurgentes, serán torturados, serán exterminados, y me temo que nadie hará nada porque el petroleo tiene más valor que la vida humana y que los valores que siempre nos han conculcado sobre la democracia pero que se lo pasan por el forro de los cojones cuando les conviene. Reniego de estos países del primer mundo y de todas esas instituciones que nos representan. Es más, es preferible que desaparezcan, al fin y al cabo para lo que valen, así alguien por lo menos se ahorrará un dinero al no tener que pagar sueldos y dietas a una banda que no tiene utilidad alguna.

Ideyashu

auzo mugimenduak / movimientos vecinales

Bilbao, movimientos vecinales y la izquierda ante las elecciones municipales (1968-1979)

Por Luis Bilbao Larrondo, * Historiador

 

DEIA

CUARENTA y cuatro años es una distancia lo suficientemente amplia como para realizar una primera valoración de lo trascendentales que fueron los movimientos vecinales para Bilbao, sobre todo durante su primera etapa de vida y quizás la más compleja, que fue de los años 1968 a 1978. Lo que me lleva a realizar una pequeña reflexión, de no haber existido estas asociaciones de vecinos, ¿con qué se hubiesen encontrado en abril de 1979 los partidos políticos que se presentaron a las primeras elecciones municipales tras el franquismo? Seguramente con un despropósito aún mayor porque si algo hicieron bien estas asociaciones fue frenar los atentados urbanísticos perpetrados por las autoridades franquistas.

A lo largo de los años, hay quien ha denominado a las asociaciones vecinales como la expresión popular frente a insuficiencias urbanísticas, el abandono e ineptitud de las autoridades municipales o a la necesidad de vehículos con una expresión democrática. Otros las han considerado como un instrumento de reivindicaciones tanto urbanas, sociales como políticas. Lo que si podemos refrendar es que su actividad durante el franquismo fue de permanente oposición a la administración.

Su origen puede ser atribuido a varias causas, pero la más significativa de todas fue la actitud de aquellas autoridades franquistas que hicieron del habitar en los barrios periféricos algo inhumano. No solo abandonaron totalmente a esos barrios sino que trataron a sus habitantes como ciudadanos de tercera. Basta con remitirse a un informe técnico elaborado por varios grupos de arquitectos el año 1975, promovido desde la delegación de Bizkaia del COAVN, cuyas conclusiones eran demoledoras, describiendo las barbaridades causadas por las autoridades franquistas en Bilbao. Incluso, añadieron, desde la República no se había realizado nada reseñable por la ciudad.

Muchas de estas asociaciones, como el caso de la AFO de Otxarkoaga, iniciaron su actividad en el año 1969, pero hasta 1975 no tuvieron una conciencia de la importancia del planeamiento urbano y del beneficio de aceptar la colaboración técnica de los urbanistas. Sin embargo, llevaron a cabo una profunda implicación en la resolución de los problemas de los barrios al promover obras de interés público, urbanizaciones, abastecimiento o impulsando una política de transportes.

Frente a la pasividad y al silencio administrativo del ayuntamiento franquista, que consentía licencias ilegales sobre zonas verdes, y a la complicidad de constructoras e inmobiliarias que infringían leyes y planes, siempre estuvieron las asociaciones de vecinos. Barrios como Otxarkoaga, Santutxu, Rekalde, Zurbaran, Arangoiti, Arabella, Basurto, Zorroza, La Peña, Zamacola, Erandio, Deusto… sufrieron los despropósitos del ayuntamiento y de quienes lo gobernaban. Pero también supieron cómo responder reclamando tomar parte en el planeamiento de Bilbao. Pretendieron para ello lo que consideraban una necesidad vital para la ciudad: una verdadera gestión democrática.

Fueron destacables las campañas que realizaron en defensa de las zonas verdes, entre las zonas de Zabala, San Francisco, Bilbao La Vieja, Zamacola, así como en el polígono de las Hermanitas de los Pobres o en Deusto. Llegaron incluso a exigir al ayuntamiento que suspendiera las licencias constructivas ante el despropósito causado por las constructoras por toda la trama urbana. Pero de una administración carente de cultura democrática, ¿qué se podía esperar?

Cuando llegó la democracia, los movimientos vecinales, en los que incluso militaron muchos de los que posteriormente fueron nuestros políticos, empezaron a ser considerados por algunos partidos como un contrapoder popular ya que creían que estos ejercían una labor que les correspondía a ellos. Sin embargo, las asociaciones explicitaron que únicamente trataron de ejercer como plataforma de información de sus actuaciones respecto al ayuntamiento, de todas sus actividades, tratando de paralizar lo que consideraban obras impopulares, que se realizasen las obras reivindicadas por los barrios y que se clarificasen las irregularidades… Llegaron incluso a fomentar junto al Colegio de Arquitectos talleres de arquitectura y laboratorios de urbanismo así como conferencias y mesas de debate desde donde se posibilitó un mayor conocimiento sobre la ciudad, sobre todo en torno a los planes de ordenación urbana.

Desde 1968 a 1978 se produjo un gran progreso en el movimiento ciudadano, con una pretensión evidente, la de un control popular del ayuntamiento. Lo que no podía proseguir era aquella mala gestión supeditada a los intereses de una minoría que se apropiaba de zonas verdes para su provecho, que levantaban más viviendas de las autorizadas y que dejaban a los barrios sin urbanizar. El movimiento ciudadano preveía para ello continuar autónomo e independiente de los partidos, con su propia capacidad de análisis y movilización para desenmascarar las actuaciones especulativas del gran capital y presentar planes alternativos frente a modelos burgueses y monopolistas. En 1979, aseguraban las asociaciones en una nota pública que la lucha proseguiría por unos barrios más habitables, seguirían denunciando la especulación, continuarían defendiendo los derechos de los vecinos y dando a conocer los problemas del barrio, todo ello a través de un mayor control ciudadano.

Así, uno de los hechos tal vez más controvertidos de la historia reciente de Bilbao, fue cómo, en 1979, con las primeras elecciones municipales tras el franquismo, la problemática urbana se había constituido en tema político de primera magnitud. Los partidos políticos empezaron a definirse urbanísticamente en sus programas. El planeamiento, por fin, se acercó a la sociedad. Si ya hubo unos inicios de democratización urbana gracias a los movimientos ciudadanos, a partir de entonces se tenía la convicción de que sería un hecho la participación directa de la ciudadanía en el urbanismo.

Sin embargo, el peso cayó sobre los partidos políticos de izquierdas porque eran los que llevaban consigo unas características comunes que carecían los demás grupos: una dilatada experiencia en los movimientos ciudadanos. La primera premisa que exigieron estos partidos cuando se presentaron a las elecciones municipales, fue un reconocimiento de las asociaciones vecinales. Desde el PCE-EPK se presentaba como alcaldable Alberto Vidal, que provenía de la Asociación de Vecinos de Santutxu y lo hizo con un programa muy elaborado, basado en sus experiencias en el movimiento ciudadano y con un censo de las necesidades de cada barrio. Demandaban la participación popular, recuperar la identidad urbana de Bilbao, núcleos de convivencia con identidad propia, juntas de distrito que representasen a todos los barrios o un control sobre el suelo urbano. Desde EE, Jon Nicolás, que a su faceta profesional de arquitecto técnico unía su relación con los movimientos vecinales, exigía como prioridad la unidad de la izquierda vasca, con un movimiento ciudadano combativo, desde el que tendría una especial importancia llevar adelante una lucha seria y eficaz contra quienes había descompuesto Bilbao dentro de aquel conflicto urbano, que era un fiel reflejo de la lucha de clases. El propósito era explicar los problemas urbanísticos en términos políticos de enfrentamiento de intereses, para lo que consideraban preciso recuperar Bilbao para los bilbainos, socializar el uso y disfrute de la ciudad. Exigirían así mismo responsabilidades de fraude y corrupción a las autoridades franquistas que dejaron aquel Bilbao caótico a través de lo que consideraron fue una anarquía programada.

Desde EMK-OIC, Javier González Buruchaga, también relacionado con los movimientos ciudadanos, sostuvo que exigirían responsabilidades, que sustentarían una gestión ciudadana, fomentarían unos transportes públicos gratuitos y pretendían al igual que el resto de partidos de izquierdas hacer pagar a capitalistas y especuladores el coste de arreglar Bilbao. Había muchas coincidencias de estos partidos con las propuestas de José María Sarisibar, de la candidatura de la ORT. Desde HB, junto al alcaldable Santiago Brouard, cuyo partido sostenía el lema «Alkaterik onena herria», el mejor alcalde el pueblo, se presentaba gente de la talla intelectual de Xabier Martin que a su faceta de arquitecto unía la de filósofo, abogado y economista. Defendían un trabajo por barrios, con comisiones paralelas que estableciesen necesidades, acometerían los problemas y corregirían los desequilibrios sociales, difundirían la cultura popular, y rebilbainizarían Bilbao, ya que el 80% de sus calles llevaban nombres que nada tenían que ver con la villa. Llegaron a sostener que sería fundamental el contrapoder popular a través de las asociaciones ciudadanas que actuarían como gestoras. El pueblo sería el protagonista, ya que entendían que no se podía dejar en manos de unos concejales el arreglo de la ciudad.

Juan Mari Zulaika, de LKI, también planteaba un plan de urgencia para urbanizar y equipar a los barrios. En cuanto a la adjudicación de la vivienda social, pretendieron que estuviera bajo un estricto control de los organismos populares así como también aspiraban a socializar el suelo. Desde el PSE-PSOE, su candidato, José Luis Ibañez, llegó a sostener que el movimiento ciudadano se debería de integrar en el ayuntamiento al igual que el modelo francés, con una conexión de todas las entidades asociativas ciudadanas al ayuntamiento. También primaría el sentido comunitario sobre el privado en urbanismo e institucionalizarían las asociaciones vecinales en el ayuntamiento y utilizarían la experiencia de los programas a nivel estatal que tenía el PSOE para emplearlos en todo el País Vasco.

En resumen, si hubo un paradigma programático impulsado por algunos de estos partidos fue que el movimiento ciudadano no podía ser sustituido tal y como algunos pretendían al estar implicado como lo estaba en todos los acontecimientos sociales, políticos y económicos de Bilbao. No obstante, fueron conscientes de que necesitarían varias generaciones para corregir los absurdos urbanísticos creados por los franquistas. Habían sido unos consistorios que habían fomentado el interés privado por encima del público y como consecuencia de esa política industrial Bilbao fue denominada la ciudad más contaminada de Europa, con menos zonas verdes y calificada de paraíso de la especulación. Convirtieron amplias zonas de la villa en auténticas cloacas, carentes de los servicios más básicos, desprovistas de lo más elemental.

Finalmente la situación no resultó tal y como muchos esperaban porque una mayoría de bilbainos se decantaron por la candidatura de EAJ/PNV y HB resultó ser la segunda fuerza más votada. Decir que a partir de entonces hubo una política urbana tal vez fuera sostener algo pretencioso, pero durante los siguientes años sí hubo una política sobre hechos consumados. Porque si reflexionamos sobre lo que se encontraron los partidos políticos, podríamos preguntar, visto lo visto, cómo fue posible salir de aquel despropósito de ciudad que dejaron como hipoteca los franquistas, quienes no solo imposibilitaron durante muchos años cualquier tipo de iniciativa sino que nos obligan aun hoy, muchos años después, a pagar las consecuencias.

Bilbao: la izquierda ante las elecciones municipales de 1979

Bilbao: la izquierda ante las elecciones municipales de 1979.

Uno de los hechos, tal vez más controvertidos de la historia reciente de Bilbao, fue cómo, en 1979, con las primeras elecciones municipales tras el Franquismo, la problemática urbana se había constituido en tema político de primera magnitud. Los partidos políticos empezaron a definirse urbanísticamente en sus programas. El planeamiento, por fin se acercó a la sociedad. Si ya hubo unos inicios de democratización urbana gracias a los movimientos ciudadanos, a partir de entonces se tenía la convicción de que sería un hecho la participación directa de la ciudadanía en el urbanismo. Sin embargo, el peso cayó sobre los partidos políticos de izquierdas porque eran los que llevaban consigo unas características comunes que carecían los demás grupos: una dilatada experiencia en los movimientos ciudadanos. La primera premisa que exigieron estos partidos cuando se presentaron a las elecciones municipales, fue un reconocimiento de las asociaciones vecinales. Desde partidos políticos como el PCE-EPK se presentaba como alcaldable Alberto Vidal que provenía de la Asociación de Vecinos de Santutxu y lo hizo con un programa muy elaborado, basado en sus experiencias en el movimiento ciudadano y con un censo de las necesidades de cada barrio. Entre otras cuestiones demandaban la participación popular, recuperar la identidad urbana de Bilbao, núcleos de convivencia con identidad propia, unas juntas de distrito que representasen a todos los barrios o un control sobre el suelo urbano. Desde EE Jon Nicolás, que a su faceta profesional de arquitecto técnico unía su relación con los movimientos vecinales, exigía como prioridad la unidad de la izquierda vasca, con un movimiento ciudadano combativo, desde el que tendría una especial importancia llevar adelante una lucha seria y eficaz contra quienes había descompuesto Bilbao dentro de aquel conflicto urbano, que era un fiel reflejo de la lucha de clases. El propósito era explicar los problemas urbanísticos en términos políticos de enfrentamiento de intereses. Para lo que consideraban preciso recuperar Bilbao para los bilbaínos, socializar el uso y disfrute de la ciudad, todo ello a través de una participación activa del ciudadano en la gestión municipal. Exigirían así mismo responsabilidades de fraude y corrupción a las autoridades franquistas que dejaron aquel Bilbao caótico a través de lo que consideraron fue una anarquía programada. Bosquejaron un plan de urgencia a través de los barrios y de los comités de apoyo. Desde EMK-OIC Javier González Buruchaga, también relacionado con los movimientos ciudadanos, sostuvo que desde su partido exigirían responsabilidades, que sustentarían una gestión ciudadana, fomentarían unos transportes públicos gratuitos, y pretendían al igual que el resto de partidos de izquierdas hacer pagar a capitalistas y especuladores el coste de arreglar Bilbao. Con muchas coincidencias de estos partidos con las propuestas de José María Sarisibar de la candidatura de la ORT. Desde HB junto al alcaldable Santiago Brouard, cuyo partido sostenía el lema “Alkaterik onena herria”, el mejor alcalde el pueblo, se presentaba gente de la talla intelectual de Xabier Martin que a su faceta de arquitecto unía la de filósofo, abogado y economista, que defendían desde su grupo un trabajo por barrios, con comisiones paralelas que estableciesen necesidades, acometerían los problemas y corregirían los desequilibrios sociales, difundirían la cultura popular, y rebilbainizarían Bilbao ya que el 80% de sus calles llevaban nombres que en nada tenían que ver con la villa. Llegaron a sostener que sería fundamental el contrapoder popular a través de las asociaciones ciudadanas que actuarían como gestoras. El pueblo sería el protagonista, ya que entendían que no se podía dejar en manos de unos concejales el arreglo de la ciudad. Era el problema de la lucha de clases y la presión popular, para lo que se debía de fomentar la conciencia de clases e institucionalizar la asamblea de barrios como fórmula de participación directa del vecino en sus problemas y en las decisiones. Juan Mari Zulaika de LKI, defendió que desde su partido también plantearon un plan de urgencia para urbanizar y equipar a los barrios. En cuanto a la adjudicación de la vivienda social esta pretendieron que estuviera bajo un estricto control de los organismos populares así como también aspiraban a socializar el suelo. Desde el PSE-PSOE, su candidato José Luis Ibañez, llegó a sostener que el movimiento ciudadano se debería de integrar al ayuntamiento al igual que el modelo francés, con una conexión de todas las entidades asociativas ciudadanas al ayuntamiento. También primaría el sentido comunitario sobre el privado en urbanismo e institucionalizarían las asociaciones vecinales en el ayuntamiento a través de comisiones de barrio al igual que en Italia o Portugal. Utilizarían la experiencia de los programas a nivel estatal que tenía el PSOE para emplearlos en todo el País Vasco. Si hubo un paradigma programático impulsado por algunos de estos partidos fue que el movimiento ciudadano no podía ser sustituido tal y como algunos pretendían al estar implicado como lo estaba en todos los acontecimientos sociales, políticos y económicos de Bilbao. Propusieron participar y controlar el ayuntamiento a través de los vecinos, organizando el trabajo por barrios, a través de comisiones que establecieran las necesidades sociales, urbanísticas y sanitarias de Bilbao. La vivienda que fomentaron debía de ser en alquiler social y demandaron así mismo un control sobre el suelo urbano e igualmente impondrían impuestos tanto sobre solares urbanos no edificados como sobre viviendas vacías. No obstante, fueron conscientes de que necesitarían varias generaciones para corregir los absurdos urbanísticos creados por los franquistas. Habían sido unos consistorios que habían fomentado el interés privado por encima del público y como consecuencia de esa política industrial Bilbao fue denominada la ciudad más contaminada de Europa, con menos zonas verdes y calificada de paraíso de la especulación. Convirtieron amplias zonas de la villa en auténticas cloacas, carentes de los servicios más básicos, desprovistas de lo más elemental. Finalmente la situación no resultó tal y como muchos esperaban de la izquierda, ante aquellas primeras elecciones al ayuntamiento de Bilbao, porque una mayoría de bilbaínos se decantaron por la candidatura del EAJ-PNV y HB resultó ser la segunda fuerza más votada. Sin embargo, a partir de entonces, decir que hubo una política urbana, tal vez fuera sostener algo pretencioso. Durante los siguientes años, hubo una política pero de hechos consumados, porque reflexionemos sobre lo que se encontraron los partidos políticos y pensemos: visto lo visto, cómo fue posible poder salir de aquel despropósito de ciudad que dejaron como hipoteca los franquistas, ya que no solo imposibilitaron durante muchos años cualquier tipo de iniciativas sino que a día de hoy aún estamos pagando las consecuencias.

Luis Bilbao Larrondo (Historiador)

Bilbao y los movimientos vecinales 1968-1978

Bilbao y los movimientos vecinales 1968-1978

44 años es una distancia lo suficientemente amplia como para realizar una primera valoración de lo trascendentales que fueron los movimientos vecinales para Bilbao, sobre todo durante su primera etapa de vida y quizás la más compleja, que fue de los años 1968 a 1978. Lo que me lleva a realizar una pequeña reflexión, de no haber existido estas asociaciones de vecinos, ¿con qué se hubiesen encontrado en Marzo de 1979 los partidos políticos que se presentaron a las primeras elecciones municipales tras el franquismo?. Seguramente con un despropósito aún mayor porque si algo hicieron bien estas asociaciones fue frenar los atentados urbanísticos perpetrados por las autoridades franquistas.
A lo largo de los años, hay quien ha denominado a las asociaciones vecinales como la expresión popular a unas insuficiencias urbanísticas, ante un abandono e ineptitud de las autoridades municipales o a la necesidad de vehículos con una expresión democrática. Otros las han considerado como un instrumento de reivindicaciones tanto urbanas, sociales como políticas. Lo que si podemos refrendar es que su actividad durante el franquismo fue de permanente oposición a la administración.
Muchas de estas asociaciones, como el caso de la AFO de Otxarkoaga, iniciaron su actividad en el año 1969, pero hasta 1975 no tuvieron una conciencia de la importancia del planeamiento urbano y del beneficio de aceptar la colaboración técnica de los urbanistas. Sin embargo, llevaron a cabo una profunda implicación en la resolución de los problemas de los barrios al promover obras de interés público, urbanizaciones, abastecimiento o impulsando una política de transportes. Además de denunciar las, unas nefastas y otras inexistentes, políticas urbanísticas del ayuntamiento, también llegaron a proponer planes de reforma interior.
Frente a la pasividad y al silencio administrativo del ayuntamiento, que consentía licencias ilegales sobre zonas verdes, y a la complicidad de constructoras e inmobiliarias que infringían leyes y planes, siempre estuvieron las asociaciones de vecinos. Barrios como Otxarkoaga, Santutxu, Rekalde, Zurbaran, Arangoiti, Arabella, Basurto, Zorroza, La Peña, Zamacola, Erandio, Deusto,…sufrieron los despropósitos del ayuntamiento y de quienes lo gobernaban. Pero también supieron cómo responder reclamando tomar parte en el planeamiento de Bilbao. Pretendieron para ello lo que consideraban una necesidad vital para la ciudad: una verdadera gestión democrática.
Fueron destacables las campañas que realizaron en defensa de las zonas verdes, entre las zonas de Zabala, San Francisco, Bilbao La Vieja, Zamacola, así como en el polígono de las Hermanitas de los Pobres o en Deusto. Entonces ya reivindicaban que frente a la política de cinturones verdes que anhelaba el ayuntamiento, las asociaciones las reivindicaban dentro del tejido urbano. Llegaron incluso a exigir al ayuntamiento que suspendiera las licencias constructivas ante el despropósito causado por las constructoras por toda la trama urbana. Existía una creencia cada vez más afianzada, que de haber existido antes los movimientos vecinales ninguno de esos absurdos urbanísticos, hubiese ocurrido. Pero de una administración carente de una cultura democrática, contraria a la participación ciudadana, qué se podía esperar.
La labor de las asociaciones tuvo un especial recorrido a favor de la integración social, de la mentalización democrática, de reivindicación de equipamientos, de defensa de los intereses vecinales en planeamiento urbanístico así como de control de servicios. Fueron destacados en varios medios de comunicación la impugnación que hicieron a proyectos absurdos como el del Metro de principios de los años 70, o las denuncias sobre la extraordinaria contaminación ambiental que soportaba la villa, además de haber exigido que se detuviera el crecimiento de Bilbao de forma indiscriminada. La culpabilidad de todo lo que le estaba ocurriendo a Bilbao para estas asociaciones la tenía la alta burguesía local y la desastrosa política del ayuntamiento que estaba en sus manos. La trágica situación de Bilbao era consecuencia de una planificación urbana que había estado al servicio de unos intereses particulares.
Cuando llegó la democracia, los movimientos vecinales, en los que incluso militaron muchos de los que posteriormente fueron nuestros políticos, empezaron a ser considerados por algunos partidos políticos como un contrapoder popular ya que creían que estos ejercían una labor que les correspondía a ellos. Lo que no entiendo muy bien es de dónde se sacaron esas prerrogativas los partidos políticos cuando son una expresión más de la sociedad democrática pero no la única. Sin embargo, las asociaciones explicitaron que únicamente trataron de ejercer como plataforma de información de sus actuaciones respecto al ayuntamiento, de todas sus actividades, tratando de paralizar lo que consideraban obras impopulares, que se realizasen las obras reivindicadas por los barrios y que se clarificasen las irregularidades…Llegaron incluso a fomentar junto al Colegio de Arquitectos talleres de arquitectura y laboratorios de urbanismo así como conferencias y mesas de debate desde donde se posibilitó un mayor conocimiento sobre la ciudad, sobre todo en torno a los planes de ordenación urbana. Sin embargo, terminaron siendo limitados por la propia administración y la política los terminó por desbaratar.
Desde 1968 a 1978 se produjo un gran progreso en el movimiento ciudadano, con una pretensión evidente, la de un control popular del ayuntamiento. Lo que no podía proseguir era aquella mala gestión supeditada a los intereses de una minoría que se apropiaba de zonas verdes para su provecho, que levantaban más viviendas de las autorizadas y que dejaban a los barrios sin urbanizar. El movimiento ciudadano preveía para ello continuar autónomo e independiente de los partidos políticos, con su propia capacidad de análisis y movilización para desenmascarar las actuaciones especulativas del gran capital y presentar planes alternativos frente a los modelos burgueses y monopolistas. En 1979, aseguraban las asociaciones en una nota hecha pública, que la lucha proseguiría por unos barrios más habitables, seguirían denunciando la especulación, continuarían defendiendo los derechos de los vecinos y dando a conocer los problemas del barrio, todo ello a través de un mayor control ciudadano.
La última reflexión que traslado es sobre el porqué de su origen. Puede ser atribuido a varias causas, pero la más significativa de todas fue por la actitud de aquellas autoridades franquistas que hicieron del habitar en los barrios periféricos algo inhumano. No solo abandonaron totalmente a esos barrios sino que trataron a sus habitantes como ciudadanos de tercera. Esto es algo que nadie puede olvidar, máxime, cuando como consecuencia de la profunda metamorfosis urbanística de la villa, hoy se exporta Bilbao como modelo de ciudad. No obstante, para llegar hasta ahí, pensad como ciudadanos por todo lo que habéis pasado. Y recordad esta premisa, quien hasta ahora ha venido defendiendo que fue la crisis económica o se ha basado en otras disquisiciones para tratar de hallar culpables de aquel desastre urbano o eximirles de ello a las autoridades franquistas, miente o tergiversa la realidad a sabiendas, porque solo hay que remitirse a un informe técnico elaborado por varios grupos de arquitectos del año 1975, que fue promovido desde la delegación de Bizkaia del COAVN, en el cual sus conclusiones eran demoledoras, describiendo las barbaridades que habían causado las autoridades franquistas en Bilbao. Incluso añadieron en ese informe que desde la República no se había realizado nada reseñable por la ciudad. Ahora sacad vosotros vuestras propias conclusiones.

Luis Bilbao Larrondo (Historiador)

Bilbao: 30 años de regeneración urbana (Parte I)

Bilbao: 30 años de regeneración urbana (Parte I)

Han transcurrido más de 30 años desde que Bilbao celebró sus primeras elecciones al ayuntamiento, tras 40 años de vivir bajo el régimen dictatorial de Franco. Todo lo cual suscita cuando menos varias reflexiones, la primera de ellas y por lo tanto la más significativa, sería ¿en qué estado dejaron Bilbao aquellos empresarios, financieros e industriales que estuvieron al frente de las instituciones tanto públicas como privadas de Bilbao durante el régimen franquista?.
Cualquiera puede consultar la prensa escrita, la documentación de archivos, otro tipo de publicaciones e incluso entrevistar a alguno de los protagonistas. Tras lo cual, eres consciente de lo difícil que resulta cuantificar la verdadera dimensión de lo que dejaron las autoridades franquistas como herencia en Bilbao. Precisamente porque todo lo que puedas decir se queda excesivamente corto. Lo que si patentizas, someramente, es que el léxico que más se repite a la hora de describir el Bilbao de aquellos años, es el de profunda degradación, total abandono, desaparición, perdida, déficit, infracalidad urbana, absurdo urbanístico, atentado urbanístico, despropósito, asfixia, destrucción, ciudad caótica, situación catastrófica, expoliación, desaguisados urbanísticos, ruina, especulación salvaje, anarquía y un largo etcétera.
Si a ese léxico aunamos hechos tan increíbles como que dejaron un ayuntamiento con una deuda de 7.000 millones de pesetas de las de entonces, una ciudad sin equipamientos ni servicios, sin infraestructuras, la ciudad más contaminada de Europa, -incluso maloliente-, que había basado su extensión en una nefasta política de anexiones que llevó a convertir en un vertedero un municipio como Erandio o la salvaje especulación que ejerció sobre el valle de Asúa, todo ello le deja a uno estupefacto. Y es que Bilbao tenía el glorioso título -según varios medios de comunicación de la época- de paraíso de la especulación.
Un Bilbao con unos índices de densidad extraordinarios, con un déficit de miles de viviendas, con miles de chabolas, carente de planes de saneamiento, sin ni siquiera un planeamiento, que potenció indiscriminadamente un crecimiento demográfico exagerado. Un Bilbao carente de todo, sin una normativa legal mínima que permitió aquel anárquico crecimiento.
Un ayuntamiento que durante el franquismo tuvo intención (en ocasiones lo logró en otras no gracias a los movimientos ciudadanos) de destruir buena parte del patrimonio municipal y edificios considerados conjuntos y monumentos histórico-artísticos para poder construir sobre sus solares, buscando únicamente un beneficio económico.
Es preciso hacer constar, simplemente como una demostración más de la actitud de esas autoridades hacia Bilbao, que cada año desde Bizkaia, se aportaban a las arcas del Estado 60.000 millones de pesetas de las de entonces, según estimaciones aproximadas aportadas por varios medios de comunicación de la época, pero sin embargo no revertía nada. Bilbao fue abandonada a su suerte durante todo el franquismo, porque las contadas actuaciones que se realizaron en grandes construcciones se hicieron siempre con capital privado. Ni siquiera invirtieron en modernizar las industrias para ser competitivas, dejándolas agonizar, por lo que cuando llegó la crisis económica de finales de los 70 los efectos fueron aún más catastróficos y traumáticos para la sociedad vizcaína que para cualquier otra.
Impulsó esta denominada alta burguesía que controlaba el ayuntamiento, normativas como el artículo 50, incluida dentro de las normas constructivas municipales, que sirvió para hacer millonarios a muchos constructores afines al régimen. De esta manera pudieron cimentar una edificación intensiva, en altura, con profundos cambios de escala y gigantismo, en definitiva, provocando una gran pérdida de valores formales de la ciudad al aplicar esa normativa y creando una enorme densidad.
Fomentaron estas autoridades construcciones como Otxarkoaga, polígono construido con materiales de muy baja calidad, con excelsa rapidez, lo que acabo provocando de manera casi inmediata, problemas de humedades en sus pisos, que hicieron cegar cientos de viviendas de plantas bajas por los altos índices de humedad, que provocaron graves enfermedades en muchos de sus vecinos. El caso de Otxarkoaga se trata tal vez del más notorio, pero es extensible por la forma de construir a la mayoría de barrios de Bilbao.
Unas autoridades al frente de un ayuntamiento que había sido cómplice de constructoras e inmobiliarias, que infringieron leyes y planes de urbanismo, obtuvieron ilegales licencias concedidas por un ayuntamiento corrupto, que no respetaba la ley del Suelo, que permitía construir sobre zonas verdes, con un exceso de altura y volúmenes, llegando a permitir que el 80% de las construcciones de viviendas en los años 70 fueran ilegales.
Accedieron estos dirigentes a que hubiera gente que vendió terrenos municipales como propios, ya que el ayuntamiento no sabía ni qué patrimonio poseía realmente, ya que muchas fincas municipales no estaban siquiera registradas.
Utilizó aquella élite financiera e industrial de Bilbao, la corporación administrativa Gran Bilbao para manipular el urbanismo de 19 municipios a su antojo, con el fin de defender sus intereses empresariales. Los planes se hacían como respuesta a los requerimientos y necesidades económicas de aquellos empresarios que estaban al frente tanto del ayuntamiento de Bilbao como de la Diputación de Vizcaya
Fomentaron aquellos políticos empresarios un Bilbao agobiante, con un tráfico asfixiante, que debido a su negligencia Bilbao terminó sufriendo una desidia total. Un ayuntamiento que obvió el transporte público y en cambio fomentó el uso masivo del coche provocando desequilibrios físicos y psíquicos en el ciudadano. Llegaron incluso a poseer, el dudoso honor, de ser los únicos culpables de haber creado auténticos ghetos en los barrios de Bilbao.
Muchos de los partidos políticos que se presentaron a las elecciones municipales de Marzo de 1979 y los movimientos ciudadanos, anticiparon ya entonces lo que con el tiempo hemos podido corroborar como una realidad: se necesitarían varias generaciones para corregir los desequilibrios ecológicos y urbanísticos creados por estos personajes. Por lo que, ya, en aquellos años, se exigieron pedir responsabilidades políticas y económicas de fraudes y corrupción de anteriores corporaciones. Además de a todos aquellos miembros de aquella élite financiera e industrial que se enriquecieron gracias al sufrimiento y la miseria de los bilbaínos. Pero en eso quedó, en un brindis al sol, sin ninguna consecuencia.
Hoy día, después de miles y miles de millones invertidos en recuperar Bilbao, en rehabilitar los despropósitos causados por quienes gobernaron durante el franquismo, la pregunta que nos debemos hacer es si las actuales autoridades deberían de hacer balance de cuanto ha costado realmente a los bilbaínos en particular y a los vascos en general. Creo que para ser justos y poder seguir hacia adelante, los bilbaínos en particular y los vascos en general, necesitarían además de una reparación jurídica y moral de los franquistas, que todavía está pendiente, exigirles además una reparación económica. Porque los trapicheos y desaguisados de los franquistas, haciendo balance a día de hoy, han salido muy caros a todos los bilbaínos. Además de haber costado décadas salir del pozo en que nos metieron. Hay quien se pregunta, incluido un servidor, porqué aún no han pagado por ninguno de aquellos atentados urbanísticos.

Luis Bilbao Larrondo. (Historiador)

elkarrizketa / entrevista

kutsadura 3 / contaminación 3

En Valencia han encontrado la solución a la contaminación.

En Bilbao tambien se hace algo parecido.

Noticia de PUBLICO

Valencia trasladó los medidores a parques y cementerios

Ecologistas en Acción denuncia que desde el año 2005 el Ayuntamiento ha ido desplazando los medidores

Cuatro de los seis medidores de contaminación atmosférica de Valencia pasan sus días entre el canto de los pájaros y el aire fresco que respiran los árboles. Esa es la denuncia de Ecologistas en Acción, que asegura que, desde el año 2005, el Ayuntamiento ha ido desplazando los medidores desde avenidas de tráfico intenso a zonas menos cargadas de humos. En concreto, los ecologistas afirman que las cuatro estaciones de control están en dos parques, un campus universitario y las cercanías del cementerio.

Los ecologistas denuncian, además, que la medición incumple las directrices europeas: «No alcanza a medir el 90% de los días; además, no todos los medidores registran todos los contaminantes», expuso ayer Luis Cerrillo, miembro del colectivo.

Por su parte, la alcaldesa Rita Barberá calificó ayer de «manipulaciones burdas» las denuncias ecologistas. «Estamos en permanente control de la calidad del aire», afirmó, según informa Efe. Barberá dedicó, además, encendidos elogios al ambiente que se respira en Valencia: «Nuestro aire está fantástico […]. No hay ni una nube, la luz, el color, el clima, el calorcito, la propia ausencia de contaminación», concluyó.